El generoso Mensajero y la recreación con su familia

El Islam instruye al musulmán sobre la necesidad de otorgar al ser humano su derecho al reposo permitido dentro de un marco legal, para que así se aleje del aburrimiento y pueda continuar su camino hacia Dios –Poderoso y Majestuoso– con seriedad y energía, tal y como dijo el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él–: “Den reposo a sus corazones de vez en cuando” (transmitido por Assajawi).

Sin embargo, ello está condicionado a que la parte de la diversión y el descanso no se imponga sobre otras partes y así la vida del musulmán se convierta en un juego inútil donde el siervo olvide para qué ha sido creado. Los compañeros del Mensajero –que Al-lah esté complacido con ellos– pensaban, cuando recién abrazaron el Islam, que era una religión seria que no reconocía el descanso, la diversión ni el juego permitido. Handalah Ibn Hadim Alhanafi dijo: “En una ocasión, me encontré con Abu Bakr que me preguntó: ‘¿Cómo estás?’. Yo le dije: ‘Me siento como un hipócrita’. Abu Bakr dijo: ‘¡Glorificado sea Al-lah! ¿Pero qué dices?’. Yo le dije: ‘Cuando estamos con el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y nos recuerda el Infierno y el Paraíso, parece que los vemos con nuestros propios ojos; pero cuando salimos de la casa del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– tenemos que luchar con las cosas de nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestros asuntos, y nos olvidamos de muchas cosas’. Abu Bakr me dijo: ‘¡Por Al-lah te digo que a mí me ocurre lo mismo!’. Entonces, Abu Bakr y yo nos dirigimos a la casa del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y, al verlo, le dije: ‘¡Mensajero de Al-lah, Handalah es un hipócrita!’. El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: ‘¿Y eso?’. Yo le dije: ‘¡Mensajero de Al-lah! Cuando estamos contigo y nos recuerdas el Infierno y el Paraíso, es como si los viésemos con nuestros propios ojos; pero cuando nos enfrentamos a los asuntos de nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestras cosas, olvidamos mucho’. El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: ‘¡Por aquel que tiene mi alma en Su mano les digo que, si permaneciesen en ese estado cuando están junto a mí y en el recuerdo de Al-lah, los mismos ángeles les darían la mano en sus lechos y en sus calles! Pero, Handalah, un tiempo [para una cosa] y otro tiempo [para otra]’, y lo dijo tres veces” (transmitido por Muslim).

Este pensamiento cambió cuando el Islam hizo que el musulmán recibiese recompensa y retribución por el hecho de jugar con la familia y el provocar la intimidad y la alegría en ellos. Y no hay nada de qué sorprenderse, pues el Islam es una religión integral que abarca el cuerpo, el espíritu, el alma y el intelecto. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: \“Todo aquello que no sea el recordar a Al-lah es distracción y juego, excepto cuando el hombre yace con su mujer, cuando adiestra su caballo, cuando compite y cuando aprende a nadar” (transmitido por Assuyuti).

Igualmente, este pensamiento cambió cuando la gente vio la actitud del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– respecto a estas cosas. Yabir Ibn Samarah dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– no se levantaba del lugar donde había realizado la oración –ya fuese al amanecer o por la mañana– hasta que el sol hubiese aparecido por el horizonte. Entonces, se levantaba y hablaba con sus compañeros sobre asuntos relacionados con sus vidas pasadas –en la época preislámica–; ellos se reían y él se sonreía” (transmitido por Muslim).

No sólo esto, sino que además el Islam es exigente respecto a la obligación de conceder al alma su derecho de divertirse y de descansar. Esto es lo que dijo el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– a ‘Abdul-lah Ibn ‘Umar: “¡‘Abdul-lah! ¿Es verdad, como se me ha dicho, que ayunas por la mañana y pasas la noche en vela rezando?”. Él contestó: “Sí”. El Profeta le dijo: “No lo hagas. Ayuna unos días y otros no, y levántate para rezar y duerme; pues tu cuerpo tiene derecho sobre ti en descansar, y tu mujer y aquel que te visita tienen derecho sobre ti” (transmitido por Albujari).

El generoso Mensajero se divertía con su familia

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se esforzaba por divertirse con su familia para así colmar el ambiente familiar con la intimidad y la alegría. Por ello, aprovechaba todo momento oportuno para provocar el regocijo y deshacerse del tedio y el aburrimiento. ‘Aishah, esposa del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “En una ocasión, un grupo de abisinios entraron en la mezquita y comenzaron a danzar. Entonces, el Profeta me dijo: ‘¡Humaira! ¿Quieres verlos?’. Yo contesté: ‘Sí’. Entonces, él se puso frente a la puerta y yo me coloqué a su lado. Luego, coloqué mi barbilla en su hombro, acercando mi rostro a su mejilla…Él me dijo: ‘Ya está’. Yo le dije: ‘¡No, espera un poco, Mensajero de Al-lah!’, y siguió conmigo. Luego me dijo: ‘Ya está’. Yo volvía a decirle: ‘¡No, espera un poco más, Mensajero de Al-lah!’. Y yo, realmente, no tenía interés por ver a los abisinios, sino que quería que las mujeres supiesen el amor que yo tenía por él y el amor que él tenía por mí”.

El generoso Mensajero pasaba por alto las cosas por la felicidad de su familia

El Señor de Muhammad lo educó de la mejor manera. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él–, de manera natural, nunca hacía algo que pudiera incomodar a alguien, prefería ignorar y por alto algunas cosas que algunos miembros de su familia pudiesen hacer, especialmente cuando era algo que no contravenía la ley islámica. Hacía esto para no herir los sentimientos de sus esposas o avergonzarlas. ‘Aishah, esposa del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– cuenta que Abu Bakr –su padre– entró en una ocasión en su casa y había dos sirvientas en los días de Mina, que cantaban y tocaban unos panderos. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– estaba cubierto con su ropa. Al entrar Abu Bakr, éste reprendió a las sirvientas. Entonces, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se descubrió el rostro y le dijo: “Déjalas Abu Bakr, pues estos días son de fiesta”; y, aquellos días, eran los días de Mina. ‘Aishah dijo: “Vi al Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– cómo me cubría mientras yo miraba a los abisinios cuando danzaban en la mezquita. ‘Umar vino y los increpó. Entonces, el Profeta le dijo: ‘Déjalos, ‘Umar. Tranquilos abisinios, no se preocupen’” (transmitido por Albujari).

El generoso Mensajero buscaba la felicidad de su familia

Uno de los signos del amor, la concordia amistosa y la estabilidad sentimental, es el hecho de intentar buscar todo aquello que haga al corazón de aquella persona que se ama, sentir la felicidad. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se afanaba siempre por obtener aquello que trajera felicidad a su familia, buscando lo que a ellos les gustaba. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– relató que, en una ocasión, se encontraba jugando con sus muñecas junto con sus amigas que habían venido a visitarla. Las amigas se sentían cohibidas por la presencia del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–. ‘Aishah dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– me pasaba los muñecos uno a uno (para que mis amigas se sientan más cómodas)” (transmitido por Muslim).

El generoso Mensajero bromeaba con sus esposas:

Del mismo modo en que las directrices islámicas son aptas para el espíritu y el cuerpo, también lo son para la mente, haciendo que experimente la alegría y la felicidad. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– no era negligente en este aspecto y le otorgaba su merecida importancia. Él bromeaba con sus compañeros y con su familia, pero siempre decía la verdad. Es sabido que el ser humano gusta de las bromas para alejar de sí el tedio y el aburrimiento, y esto es permitido con la condición de que esté ajustado a parámetros legales, sin mentir ni maltratar a nadie. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “En una ocasión, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– volvió a casa tras haber enterrado a alguien en el cementerio de Albaqi’. Él me encontró con un poco de fiebre, mientras yo me lamentaba diciendo: ‘¡Ay, mi cabeza!’. Él dijo: ‘Más bien soy yo ‘Aishah quien debería decir: ¡Ay, mi cabeza! ¿Acaso no te duele pensar que, si murieses, yo tendría que lavarte, ponerte la mortaja, rezarte la oración fúnebre y enterrarte?’. Yo le dije en broma: ‘Por Al-lah, más bien creo que si me llego a morir, volverías a mi casa para vivir con alguna de tus esposas’. Entonces el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se sonrió. Tras ello, comenzó a sentir aquel dolor del que después murió” (hadiz valorado como bueno por Albani).

El generoso Mensajero paseaba junto a sus esposas

La vida del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– está llena de momentos en los que descansaba. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– solía salir con sus esposas y pasear con ellas, y el hecho de que tuviese la tarea de transmitir el mensaje y dirigir la comunidad no le impedía tener en cuenta esta parte humana. Cuando el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– salía de viaje, elegía al azar entre sus esposas quién de ellas lo acompañaría. En una ocasión, le tocó a ‘Aishah y a Hafsah, y ambas lo acompañaron en el viaje. Cuando era de noche, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– iba con ‘Aishah y hablaba con ella…” (transmitido por Muslim).

El Mensajero de Al-lah se reía de los chistes que le contaba su familia

La risa es algo natural en el ser humano y tiene una parte reconocida en la enseñanza islámica. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “Sonreír al encontrarte con tu hermano es como si ofrecieras una caridad (sadaqah)” (transmitido por Attirmidi). Es así como nuestra religión enseña al musulmán que tiene que ser una persona simpática y no antipática o de rostro fruncido que aborrecen aquellos que lo rodean. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– solía reír y hacer a los demás reír para evitar el aburrimiento de quienes se encontraban con él, creando así una atmósfera de intimidad y alegría. ‘Aishah, la madre de los creyentes, describió en varios hadices cómo el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– hacía bromas y se sonreía cuando le hacían una a él (transmitido por Albujari).

El Mensajero de Al-lah incentivaba la diversión entre sus esposas

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– fue aquel que dijo: “No menosprecies nada de las buenas acciones, aunque se trate de recibir a tu hermano con una gran sonrisa”. Era propio del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– pasarlo bien con sus compañeros y bromear con ellos. Sus esposas, igualmente, disfrutaban de una parte de su intimidad, su cariño y sus bromas. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “En una ocasión vine al Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– con unas albóndigas que había cocinado para él. Yo le dije a Saudah, encontrándose el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– entre nosotros: ‘Come’, pero ella no quiso. Yo volvía a decirle: ‘Come o te mancharé la cara’, pero ella se negó. Entonces, yo cogí algunas albóndigas y se las restregué por su cara. Entonces, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se rio. Luego, puso su muslo para ayudar a Saudah y le dijo: ‘Embadurna su cara’, y así hizo ella con mi cara. Y el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– volvió a reírse otra vez…” (hadiz valorado como bueno por Albani).

El Mensajero de Al-lah compartía la felicidad con su familia

Por su sabiduría, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– trataba e interactuaba con las personas de la forma más adecuada tomando en cuenta las características que poseían, a condición de que ello no contraviniese la ley de Al-lah. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “Cuando el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él– volvió de la batalla de Tabuk (o Jaibar) había dispuesto una cortina en la puerta de su casa. Al soplar el viento, la cortina se corrió por una parte en la que se encontraban los muñecos de ‘Aishah. El Profeta preguntó: ‘¿Qué es esto ‘Aishah?’. Ella respondió: ‘Son mis muñecos. Entre ellos hay un caballo alado de retales’. El Profeta dijo: ‘¿Qué es eso que veo en medio de ellos?’. Ella respondió: ‘Un caballo’. Él preguntó: ‘¿Y qué lleva encima?’. Ella respondió: ‘Dos alas’. El Profeta dijo: ‘¿Un caballo alado?’. Ella dijo: ‘¿Es que acaso no sabes que el Profeta Salomón tenía caballos alados?’. Entonces el Profeta se sonrió hasta que vi sus dientes” (transmitido por Abu Dawud).

El Mensajero de Al-lah hacía feliz a su familia con su entusiasmo

Hacer feliz y contenta a la familia es una prueba de la bondad del hombre hacia ellos. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– siempre se esforzaba por brindar bienestar y la felicidad a su familia. ‘Aishah, la madre de los creyentes, dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– se encontraba sentado, cuando escuchamos un alboroto y la voz de un niño. Entonces, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– se levantó y encontró a una mujer abisinia cantando y unos niños que la rodeaban. El Profeta dijo: ‘¡Aishah! Ven y mira’. Yo fui y coloqué mi mentón sobre el hombro del Mensajero de Al-lah, y comencé a observarla desde allí. El Profeta me dijo después: ‘¿Has tenido suficiente? ¿Has tenido suficiente?’. Yo le dije: ‘No’, para ver su reacción. Entonces, apareció ‘Umar y la gente que estaba allí se apartó de la mujer. El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: ‘En verdad, veo cómo los demonios de entre los genios y las personas huyen al ver a ‘Umar’. Entonces, yo me fui” (transmitido por Attirmidi).

La cordialidad y el compañerismo del Mensajero de Al-lah con sus esposas

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– tenía como costumbre generar un ambiente de compañerismo y confianza con sus esposas, pues sabía la gran influencia que ello tenía en aumentar la unión, reforzar los lazos de amor y limar algunas asperezas que suelen darse entre las personas como resultado de la convivencia diaria. Safiyah Bint Huiai, esposa del Mensajero –la paz y las bendiciones sean con él– dijo que, en una ocasión, ella fue a ver al Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– para visitarlo cuando se encontraba realizando el retiro en la mezquita durante los últimos diez días del mes de Ramadán. Ella pasó un rato con él hablando. Cuando ella se movía, él se movía con ella, y así llegaron hasta la puerta de la mezquita junto a Umm Salamah…” (transmitido por Albujari).

El aspecto sentimental del Mensajero de Al-lah para con su familia

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La armonía del romanticismo, las buenas relaciones, la bondad y la tolerancia mutua es el método que el verdadero musulmán sigue, aplica, practica en su actuar y promueve, en cumplimiento de los mandatos de Al-lah. El Imam Ahmad Ibn Hanbal, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, aconsejó a su hijo el día en que se casó, enseñándole los derechos de su esposa sobre él, diciéndole: “¡Hijo mío! No obtendrás la felicidad en tu hogar sino con diez cualidades que debes conceder a tu esposa. ¡Obsérvalas y esfuérzate en practicarlas!”.