El aspecto sentimental del Mensajero de Al-lah para con su familia

El Islam tiene en cuenta las dimensiones humanas con las que Al-lah configuró a las personas. Entre ellas tenemos la dimensión sentimental entre el hombre y la mujer. El Islam tiene en cuenta el deseo sexual como un impulso necesario que debe ser saciado y no reprimido, pero elevándolo para que no sea únicamente una pasión temporal y una atracción animal. El Islam ha hecho que ese deseo se satisfaga a través del matrimonio, mismo que mantiene la pureza, la castidad y otorga el sosiego del alma, la estabilidad sentimental y garantiza los derechos de ambas partes. Dice Al-lah –ensalzado sea–: “Entre Sus signos está haber creado cónyuges de entre ustedes para que encuentren sosiego, y dispuso entre ustedes amor y misericordia. En ello hay signos para quienes reflexionan” (sura Los bizantinos: 21).

Es por esta razón que el Islam ordena a sus seguidores contraer matrimonio rápidamente y en cuanto se pueda y se tengan los medios, y ha explicado el porqué de ello. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “¡Jóvenes! Quien de ustedes tenga medios, que se case, pues es más recatado para la mirada y una protección para la castidad; y quien no pueda, que ayune, pues el ayuno es una protección para él” (transmitido por Muslim).

El Islam ha advertido contra el monacato, el apartarse de la gente, la soltería y el alejarse de la vida mundana. Anas Ibn Malik –que Al-lah esté complacido con él– dijo que llegaron tres hombres a la casa del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– preguntando sobre sus obras en privado; y una vez que se les informó, aquello les pareció insuficiente y entonces dijeron: “No estamos en condiciones de compararnos con el Profeta, ya que todas sus faltas le fueron perdonadas, tanto las pasadas como las futuras”. Uno de ellos dijo luego: “Lo que haré será levantarme durante la noche a rezar por el resto de mi vida”. El segundo dijo: “Yo ayunaré durante el día por el resto de mis días”. El tercero dijo: “Yo voy a evitar relacionarme con las mujeres y no me casaré jamás”. Cuando estas palabras llegaron al Profeta –la paz y las bendiciones sean con él–, él dijo: “¿Fueron ustedes quienes han dicho tal y tal cosa? Yo hago la oración y duermo; ayuno a veces y otras no; y me caso con las mujeres. Por ello, quien se quiera desentender de mi sunna (ejemplo) no es de los míos” (transmitido por Muslim).

El Islam elevó la importancia del aspecto sentimental entre el hombre y la mujer e hizo de él un acto de adoración a Al-lah, por medio del cual el musulmán es recompensado del mismo modo que cuando realiza otras obras de bien. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “… Y en las relaciones íntimas [con su esposa] también hay una caridad (sadaqah)”. Algunos preguntaron: “¡Mensajero de Al-lah! ¿Acaso si alguno de nosotros satisface su deseo [sexual] obtendrá una recompensa por ello?”. El Profeta dijo: “¿Acaso si lo hiciese de forma ilícita no obtendría una falta? Pues del mismo modo, si lo hace de forma lícita obtiene por ello una recompensa” (transmitido por Muslim).
El Islam ha incentivado este aspecto debido a su gran importancia en la vida del musulmán, para que a través de su satisfacción encuentre la estabilidad de su alma y la tranquilidad emocional; así, lleva a cabo su adoración encontrándose relajado consigo mismo y con la mente libre de tensiones. En este sentido, el Islam ha permitido la mentira –cosa que no ha hecho respecto a otros asuntos– en aquello que tiene relación con la revelación de los sentimientos entre el esposo y la esposa, en favorecer la continuidad de la vida conyugal y el reforzamiento de sus lazos. Umm Kulzum, hija de ‘Uqbah –que Al-lah esté complacido con ella– escuchó al Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– que dio permiso para mentir un poco en tres cosas: “Cuando se desea intervenir para arreglar un problema; en la planeación de una estrategia militar; y cuando el hombre halaga a su esposa y cuando la mujer halaga a su esposo” (hadiz valorado como fidedigno por Albani).

Analizaremos algunas partes de la vida del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y sus esposas con respecto al aspecto sentimental:

  • El Mensajero de Al-lah nunca traicionó a sus esposas:

    El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– fue un ejemplo a seguir en su castidad respecto a aquellas acciones que son propias del musulmán cuando el demonio le susurra en su ego para que cometa un acto deshonesto. Yabir Ibn ‘Abdul-lah –que Al-lah esté complacido con él– narró que el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– vio a una mujer y luego acudió a casa de Zainab para satisfacer su deseo. Cuando acabó, dijo: “En verdad, en ocasiones, cuando aparece una mujer [seductora], aparece en forma de demonio (es decir, que el demonio la engalana para que quien la mire caiga en sus redes). Por ello, si alguno de vosotros ve a una mujer que le guste, que acuda a su esposa, pues ella tiene lo mismo que la otra” (transmitido por Attirmidi).
  • El Mensajero de Al-lah anhelaba a sus esposas:

    Cuando una persona tiene prisa por encontrarse con su familia al regresar de un viaje, es prueba del amor y el anhelo que siente por ella. En esto, igualmente, hay una serie de beneficios evidentes, como la tranquilidad del alma y la estabilidad emocional. Por ello, la directriz del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él – quedó clara respecto a este asunto cuando dijo: “El viaje es una porción del tormento, donde cada uno de vosotros está privado de sueño, de comida y de bebida. Por ello, cuando alguno de vosotros concluya su viaje, que se dé prisa por encontrarse con su familia” (transmitido por Albujari).
  • El Mensajero de Al-lah y su renovación del afecto y el amor a su familia:

    Los regalos son algo que toda persona aprecia, y aumentan su valor cuando provienen de alguien a quien la persona ama. Por ello, las directrices del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– fueron claras al respecto cuando dijo: “Háganse regalos unos a otros, pues ello aleja el rencor que pueda existir en el corazón; y que ninguna vecina desprecie [el regalo] de su vecina, aunque se trate de un hueso de oveja con poca carne” (transmitido por Ibn Hayar).

    Para que ese amor sea renovado y haga desaparecer aquello que haya podido quedarse guardado en el pecho producto de algún conflicto en la vida conyugal, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– aconsejó que las personas se hicieran regalos unos a otros, cuando dijo: “Cuando uno de ustedes retorne de un viaje, que acuda a su familia con un regalo” (transmitido por Ibn Hibban).
  • El Mensajero de Al-lah y el resguardo de su castidad:

    El proteger el cuerpo y salvaguardar la castidad es una prueba de una personalidad equilibrada. El demonio siempre se esmera por desviar esta personalidad y llevarla por los caminos de la lujuria, pues el destino del ser humano ha sido determinado y la parte del adulterio que inevitablemente va a alcanzar: los ojos cometen adulterio cuando miran lo indebido; los oídos cometen adulterio cuando escuchan lo indebido; la lengua comete adulterio cuando habla lo indebido; la mano comete adulterio cuando toca lo prohibido; las piernas cometen adulterio cuando caminan hacia lo prohibido; el corazón que ambiciona y desea, y los órganos sexuales confirma eso o lo desmienten, tal y como lo informó el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– fue el modelo a seguir en este sentido. ‘Aishah cuenta que cuando las creyentes emigraron para reunirse con el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– él las examinó con la aleya siguiente: “¡Profeta! Cuando las creyentes vengan a ti para jurarte obediencia…” (hasta el final de la aleya); ‘Aishah dijo: “Aquella de las creyentes que confirmaba la aleya, estaba confirmando el examen. Cuando las mujeres asentían con su palabra (ya que los hombres lo hacían dando su mano al Profeta), el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– les decía: ‘¡Pueden retirarse, pues he confirmado su pacto!’. No. Por Al-lah que la mano del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– nunca tocó la mano de otra mujer – excepto en aquello que Al-lah ordenó (el matrimonio)– ni le dio la mano a ninguna mujer. Él les solía decir cuando hacían el pacto: “He tomado de ustedes el pacto de palabra” (transmitido por Ibn Mayah).
  • El Mensajero de Al-lah y su confianza en sus esposas:

    No hay persona que ostente un rango y una posición, ya sea social, política o religiosa, y que no tenga enemigos. Entonces, ¿cómo no iba a tenerlos el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–, siendo que reunió todo ello? Cuando los hipócritas extendieron y expandieron por Medina la historia de “la ignominia”, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– quedó marcado tremendamente, sobre todo por el retraso de la revelación que recibía. Entonces, dijo sobre el púlpito: “¡Musulmanes! ¿Quién podrá ayudarme contra un hombre que me ha perjudicado difamando a mi esposa? Pues, por Al-lah les digo que sólo conozco el bien de mi familia…” (transmitido por Albujari).
  • El Mensajero de Al-lah manifestaba su amor a sus esposas:

    El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– no encontraba impedimento en manifestar su amor a su familia; es más, ello contaba como parte de los buenos modales y la buena convivencia, especialmente cuando fue enviado en una sociedad “ignorante” que no veía ningún papel en la mujer. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “Cuando era recordada Jadiyah, esposa del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– yo sentía celos. Entonces, un día, le dije: ‘¡Cuánto recuerdas a esa anciana!’. Un día lo provoqué diciéndole en tono burlesco: ‘¡¿Jadiyah?!’, a lo que el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: ‘Al-lah me agració con su amor’” (transmitido por Muslim).
  • El Mensajero de Al-lah y la limpieza en la convivencia conyugal:

    Las directrices islámicas indican que Al-lah –Poderoso y Majestuoso– es Bello y ama la belleza; que es Generoso y ama la generosidad; que es Limpio y ama la limpieza, tal y como nos informó de ello el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–. Por ello, ordenó al musulmán estar lo más guapo y lo más presentable posible ante toda la gente, especialmente con la familia. Por ello, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– ordenó que se tuviese en cuenta esta dimensión, reforzando este aspecto en el momento en que se siente deseos de mantener una relación sexual, cuando dijo: “Cuando uno de ustedes quiera mantener una relación sexual con su esposa, y luego quiera volverlo a hacer, que se lave” (transmitido por Muslim). Y en otra versión del hadiz dijo: “… Ello es más puro, más limpio y mejor” (transmitido por Abu Dawud).
  • El Mensajero de Al-lah valoraba los sentimientos de su esposa cuando mantenía una relación sexual:

    La relación sexual es un acto que comparten dos personas. Por ello, entre ambos debe existir armonía y convergencia para alcanzar ese objetivo legítimo que es la castidad y la procreación para poblar la tierra. En el Islam, la directriz legal respecto a este asunto está clara, pues el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– desaconsejó que se iniciase el coito sin un juego sexual previo, cuando dijo: “No tengan relaciones íntimas con sus esposas hasta que ellas no sientan algo de deseo sexual, y así no queden insatisfechas”. Alguien preguntó: “¿Y cómo consigo eso?”. Él respondió –la paz y las bendiciones sean con él–: “La besas, la tocas y la acaricias. Y cuando veas que ella siente el deseo igual que tú, entonces ten la relación íntima con ella” .

    El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– recalcó mucho esta dimensión y ordenó que fuese atendida y que cada uno se esforzara por hacer sentir a su esposa lo mismo que él había sentido de placer y gozo. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “Cuando uno de ustedes tenga relaciones íntimas con su esposa, que cumpla con ella; y si él obtiene el placer antes que ella, que no la presione para que ella quede satisfecha rápidamente” (transmitido por Alhaizami).
  • El Mensajero de Al-lah intercambiaba expresiones de amor con sus esposas:

    El verdadero amor es aquel que acompaña a la persona en todos sus estados y que, por lo tanto, no cambia cuando las circunstancias o los tiempos cambian. Ese fue el caso del Mensajero –la paz y las bendiciones sean con él– y su familia, tal y como dijo ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella–: “El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– mantenía relaciones sexuales conmigo (sin penetración) cuando yo me encontraba con la menstruación; y solía sacar su cabeza de la mezquita –cuando se encontraba en el retiro– y yo se la lavaba, teniendo yo la menstruación”.
  • El Mensajero de Al-lah no desvelaba los secretos de sus esposas:

    La convivencia conyugal y sus asuntos íntimos son un secreto que la ley islámica salvaguarda estrictamente y prohíbe desvelar, especialmente aquellos secretos que hacen al oyente “revivir” los momentos de la acción a través de lo que oye y la descripción que se le hace, pues esto ocasiona que se esfume la vergüenza, se pierda el decoro y se abra la puerta para extender la deshonestidad. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “De las peores personas ante Al-lah el Día del Juicio, será un hombre que se acostaba con su mujer y después contaba a la gente lo que hacía con ella” (transmitido por Muslim).
  • El Mensajero de Al-lah era cariñoso con sus esposas:

    El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– poseía nobles sentimientos, era sensible, y se dirigía a sus esposas con palabras que expresaban su amor y su ternura, llamando a cada una de ellas con aquellos nombres con los que les gustaban ser llamadas. El Profeta llamaba a ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– “Humaira” o “Aish”. El Profeta se esforzaba por demostrar su cariño usando los diminutivos de sus nombres, para hacerles ver el amor que su corazón guardaba en su interior.
  • El Mensajero de Al-lah y la proximidad con sus esposas:

    Incluso en momentos de excusa legal con su familia, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se sentaba con ellas, comía con ellas, bebía con ellas y mantenía relaciones con ellas –sin llegar a la penetración– para, así, satisfacer sus sentimientos y para aclarar el dictamen legal en asuntos semejantes a este, respecto a lo que le está permitido al hombre con su mujer y qué es lo más propio para su estado y su período. ‘Aishah, madre de los creyentes, dijo: “El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– solía rezar de noche y yo me encontraba junto a él, cuando tenía la menstruación. Yo tenía una falda sobre mí que caía un poco de la misma a su lado” (transmitido por Muslim).
  • El Mensajero de Al-lah tenía en cuenta los sentimientos y emociones de sus esposas:

    La necesidad que la mujer tiene del hombre y este de la mujer es un asunto de esencia primigenia y continua, y no es algo temporal como ocurre con otras criaturas, que en un tiempo determinado se consuma el aparejamiento y después cada uno marcha por su lado. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– nunca abandonaba a sus esposas cuando ellas tenían la excusa legal, sino que pernoctaba con ellas, y él disfrutaba de ellas y ellas disfrutaban de él, sin llegar al coito. ‘Aishah, madre de los creyentes –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– solía mantener relaciones sexuales conmigo en un solo ropaje mientras yo tenía la menstruación. Pues él era el mejor de ustedes en controlar su deseo” (transmitido por Albaihaqi).
  • El Mensajero de Al-lah mantenía vivos los sentimientos con sus esposas:

    Todas las acciones del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– fueron directrices para su comunidad y aclaración de preceptos jurídicos con las que podían poner en práctica su vida religiosa. El comportamiento del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– con sus esposas cuando ellas se encontraban con la menstruación y su forma de mantener intimidad con ellas bajo esas circunstancias, fueron indicaciones legales con las que se dejó en claro la pureza del cuerpo de la mujer, del lugar donde se ella se encuentra y la permisión de dormir con ella bajo un mismo manto, así como otros preceptos que pueden extraerse a través de sus actos. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– solía sentarse en mi habitación para recitar el Corán cuando yo me encontraba con la menstruación” (transmitido por Muslim).
  • El Mensajero de Al-lah se lavaba junto con sus mujeres:

    El Profeta Muhammad –la paz y las bendiciones sean con él– siempre se esforzaba por hacer feliz a su familia en todo momento, incluso luego de haber concluido una relación íntima con alguna de ellas, cuando, por general, el hombre se siente agotado, apático y se torna frío. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– solía bañarse con su esposa; es más, solía bromear con ella mientras se bañaba. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– relató: “Yo y el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– solíamos bañarnos valiéndonos de un mismo recipiente de agua. Y yo me adelantaba para sacar agua primero y él se me adelantaba para sacarla antes, y me decía bromeando: ‘Déjame a mí’, y yo le decía: ‘Déjame a mí’” (transmitido por Annasai).
  • El Mensajero de Al-lah besaba a sus esposas:

    Avivar los sentimientos es suficiente como para que la vida conyugal se mantenga –con el permiso de Dios– así como afrontar todos aquellos altibajos por los que pueda atravesar. Con sencillas acciones y palabras obtienes el amor de tu esposa y satisfaces sus necesidades afectivas, siendo esta la causa de la estabilidad emocional. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– siempre tenía en cuenta estos sencillos aspectos y no era negligente en ellos. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “En una ocasión, el Profeta se acercó a mí para besarme y yo le dije: ‘Estoy ayunando’. Y él me dijo: ‘Y yo también’, y me besó” (transmitido por Ibn Hazm).

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