Conclusión

En el Islam, la relación entre el hombre y la mujer es una relación de amor, respeto, misericordia y consideración recíproca. El amor a la mujer como esposa, misericordia como hija, y consideración y respeto como madre y como hija. En el Islam, cuanto más avanza la mujer en edad, más se incrementa la valoración y el respeto por ella. Por tanto, no es de nosotros aquel que no es misericordioso con nuestros pequeños y quien no reconoce la nobleza de nuestros mayores, tal y como informó Muhammad, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–.

En el Islam no existe ningún conflicto entre el hombre y la mujer. Fueron creados el uno para el otro y cada uno ostenta cualidades con las que difiere del otro. Hay carencias en el hombre que completa la mujer y carencias en la mujer que completa el hombre. Es por eso que el Islam ha prescrito una serie de obligaciones legales y sociales a la mujer conformes a su configuración, tanto física como psicológica; e, igualmente, el Islam ha prescrito obligaciones al hombre por el mismo motivo. Y, por otro lado, ha establecido derechos y deberes al hombre conformes a su naturaleza; e, igualmente, la mujer tiene una serie de derechos y deberes conformes a su naturaleza. Es a través de este equilibrio que ha establecido el Islam entre ambos como se consigue la convergencia, la tranquilidad, el sosiego, el amor y el cariño, y se completa su armonía para que puedan alcanzar el objetivo para el que ambos fueron creados. Dice Al-lah –ensalzado sea–: “Dios les ha creado cónyuges de su misma naturaleza, y luego les concede hijos y luego nietos. Dios les ha proveído todo lo bueno y beneficioso. ¿Acaso creen en las falsedades y reniegan de la gracia de Dios?” (sura Las abejas: 72).

Cuando el Islam permite cosas al hombre y prohíbe otras a la mujer o viceversa, es debido a esa configuración física y psicológica, pues sería injusto que a toda persona le fuesen encargadas cosas, ya sea hombre o mujer, que no pudiese llevar a cabo debido a las cualidades con las que ha sido configurada. Por ejemplo, el coche que circula con diésel no puede hacerlo con gasolina, a pesar de producirse una combustión más rápida, y viceversa.

Este es el romanticismo para con nuestras esposas, aquel que hemos tomado del ejemplo de Muhammad –la paz y las bendiciones sean con él–, aquel que hizo para nosotros, de todo trato sublime con los seres humanos y con la familia en especial, una recompensa y una retribución; e hizo de todo maltrato hacia los seres humanos en general y con la familia en particular, una carga y un pecado.

Este es el romanticismo islámico aplicado sobre el terreno de la realidad y no sólo palabras sobre el papel ni idealismos, como los que se escriben en los relatos de amor y de ficción, mismos que se encuentran muy lejos de poder ser aplicados. Dime, por tu Señor, ¿has llegado a ver un trato como el que tuvo el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– con sus esposas? Seguir su ejemplo y aplicar su ley es suficiente para tratar todos los problemas del mundo en el que vivimos hoy, y de entre ellos los problemas conyugales, mismos que surgen debido al desconocimiento mutuo de la pareja respecto a los derechos que el uno tiene sobre el otro y que han sido establecidos en el método islámico. Este método ha hecho que no respetar esos derechos debidamente sea una desobediencia y una falta merecedora de un castigo de Al-lah para quien los viole. Igualmente, ha hecho de su aplicación y de su puesta en marcha una forma de seguir las órdenes de Dios y de obediencia merecedoras de una recompensa y una retribución, así como el logro de la estabilidad familiar para ambos cónyuges. Aquello que ocurre hoy en el mundo y los problemas que se dan entre algunos musulmanes con sus familias es el resultado de no seguir a este generoso Mensajero, de no obedecerlo en sus directrices y de haberse alejado de la metodología que él estableció. Este es el romanticismo islámico, un romanticismo de complementación y de un trato exquisito con todo aquel que te rodea como ser humano, especialmente con tu esposa, el mejor regalo que Al-lah te ha podido otorgar después del Islam.