De menselijke natuur van de Profeet

De Boodschapper van Allah vzmh was een menselijk wezen die begenadigd was met het Profeetschap. Allah, de Verhevene, beval hem om de boodschap van de Islam te verspreiden aan de gehele mensheid, opdat ze zou worden gered van de onderdrukking van door mensen gemaakte systemen en gebracht zou worden naar de rechtvaardigheid van het systeem van God. Allah, de Verhevene, zegt: “Zeg, ‘Ik ben slechts een man, net als jullie. Aan mij is geopenbaard dat jullie God één God is. Dus wie op de ontmoeting met zijn Heer hoopt, laat hem goede daden verrichten en geen enkele deelgenoot toekennen in de aanbidding van zijn Heer.’” (18:110)

De Profeet heeft geen ‘aandeel’ in goddelijkheid; hij kent het onwaarneembare niet en kan geen schade noch voordeel toebrengen aan anderen. Hij heeft niet de macht om de krachten van de natuur te trotseren. Allah, de Verhevene, zegt: “Zeg, ‘Ik ben niet in staat om mijzelf te schaden of te baten , behalve als Allah het wil. En als ik kennis had over het onwaarneembare, dan had ik het goede vermeerderd en dan zou het slechte mij niet treffen. Ik ben slechts een waarschuwer en een verkondiger van verheugende Tijdingen voor een volk dat gelooft.’” (7:188)

Ook al was de Profeet vzmh bevoorrecht om uitgekozen te zijn om het Woord van God te mogen verkondigen, hij was er nooit arrogant over. Hij vzmh zei: “Adoreer me niet zoals de Christenen de zoon van Maryam adoreren, Voorwaar ik ben slechts de slaaf van God, dus zeg “De slaaf van God en Zijn Boodschapper.” (Bukhari #3445)

De karakteristieken van de Profeet vzmh, zijn echt menselijk; hij is niet onsterfelijk. Allah, de Verhevene, zegt: “Mohammed is niet meer dan een boodschapper. Vóór hem zijn zeker Boodschappers heengegaan. Als hij komt te sterven of gedood wordt, zouden jullie je dan op je hielen keren? En wie zich op zijn hielen keert, zal Allah geen enkele schade berokkenen. En Allah zal de dankbaren belonen.” (3:144)

De Profeet was ontvankelijk voor alle menselijke dingen; hij werd ziek en zwak. Abdullah bin Masood ra zei: “Ik bezocht de Profeet vzmh toen hij ziek was, en hij zei: ‘Geen Moslim wordt getroffen door een ziektes, zelfs al is het maar een prik van een den, zonder dat Allah dan zijn zonden zal vergeven vanwege dat ongemak. Zijn zonden worden verwijderd van zijn boek, op dezelfde wijze als bladeren van een boom vallen.’” (Bukhari #5641)

De Profeet vzmh ondervond ook verdriet zoals iedereen dat heeft; feitelijk heeft hij alle menselijke emoties ondervonden. Toen de zoon van de Profeet vzmh, Ibrahim zeer ziek werd en het duidelijk was dat hij deze ziekte niet zou overleven, ging de Profeet vzmh onmiddellijk naar zijn zoon. Tranen liepen uit zijn ogen en nadat hij gestorven was, zei de Profeet vzmh: : “De ogen zijn vol met tranen, het hart is verdrietig, maar we zeggen niets anders dan hetgeen Allah pleziert. Voorwaar, O Ibrahim, we rouwen om jouw vertrek van ons.” (Muslim #2315)

De Profeet vzmh vergat ook wel eens wat in sommige situaties. Abu Hurairah ra heeft gezegd, “De Boodschapper van Allah vzmh leidde ons in het gebed en hij verrichte slechts twee rak’aat en eindigde het te vroeg. Mensen vroegen zich af of het gebed was ingekort en de Metgezellen aarzelden om dit tegen de Profeet vzmh te zeggen. Toen vroeg een man genaamd Dhul-Yadain de Profeet vzmh: ‘O Boodschapper van Allah! Hebt u vergeten of is het gebed ingekort?’ De Profeet vzmh antwoordde, ‘Ik heb noch vergeten noch is het gebed ingekort!’ Hij zei toen: ‘Je hebt vergeten O Boodschapper van Messenger of Allah!’ De Profeet vzmh vroeg toen: ‘Is wat Dhul Yadain gezegd heeft, waar?’ Zij (de mensen ) zeiden, ‘Ja het is waar.’ De Profeet vzmh stond op en completeerde het gedeelte van het gebed dat door hem vergeten was.” (Bukhari #482)

De Profeet vzmh is niet onfeilbaar als het op zaken aankomt die met deze wereld te maken hebben. De Profeet kwam langs een boomgaard en hij zag een groep mensen een veld dadelpalmen bestuiven Hij zei: ik denk niet dat dit voordeel zal opleveren. Toen hen dit nieuws bereikte, stopten zij met dit te doen. De Profeet vzmh zei toen: “Dit is slechts een gedachte, want voorwaar ik ben een mens zoals jullie; gedachten kunnen correct of incorrect zijn.” Hij zei verder: “Ik zei niet ‘Allah heeft gezegd’ want ik zal nooit een leugen uitspreken tegen Allah!” (Ahmed #2/366)

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– sentía felicidad y dolor. Ya‘far Ibn Abi Talib narró en el relato de su vuelta de la tierra de Abisinia lo siguiente: “…. Salimos hasta llegar a Medina. Allí nos recibió el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y me abrazó, diciéndome: ‘¡No sé si sentí más felicidad con la conquista de Jaibar o ahora con tu llegada, Ya‘far!’” (transmitido por Ibn Hayar).

El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– se equivocaba y se olvidaba. En una ocasión, se despistó en su oración y se le hizo saber. ‘Abdul-lah Ibn ‘Umar narró: “En una ocasión, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– hizo en la oración del atardecer dos unidades de oración (raka‘ah). Entonces, Dulyadain le dijo: ‘¡Mensajero de Al-lah! ¿Te has olvidado en algo o has acortado la oración?’. Él respondió: ‘Ni me he olvidado ni la he acortado’. Dulyadain dijo: ‘Has realizado dos unidades de oración’. Entonces, el Profeta vino a la gente y dijo: ‘¿Es así, tal y como dice Dulyadain?’. La gente respondió: ‘Sí’. Entonces el Profeta dijo ‘Al-lahu akbar’, y realizó las dos postraciones de la equivocación” (transmitido por Ibn Hayar).

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– siempre fue un ser humano en su trato con la gente, como cuando dijo: “¡Oh Al-lah! En verdad, Muhammad es un ser humano y se enfada como se enfadan las personas. Y yo tomé un pacto contigo que no romperé. Por ello, a cualquier creyente al que haga daño, insulte o maltrate, haz que ese acto mío sea para él una expiación y una obra con la que se acerque a Ti el día del Levantamiento” (transmitido por Muslim).

También fue un ser humano en las diferentes sentencias que dictaminó a favor o en contra de la gente, cuando dijo: “En verdad, yo soy un ser humano. Ustedes vienen a mí en un litigio y, tal vez, algunos de ustedes puede que sea más elocuente en su argumento que otros. Y, en consecuencia, yo dicte para él conforme a lo que he escuchado. Por ello, aquel a quien dicte una sentencia tomando algo del derecho de su hermano, que sepa que le estoy dando una porción del Infierno” (transmitido por Albujari).

Del mismo modo, fue un ser humano en su vida social, casándose e incitando a la gente a tener descendencia; tal y como hicieron los profetas que le precedieron. Dice Al-lah –ensalzado sea: “He enviado otros Mensajeros antes de ti, y les concedí esposas e hijos. Ningún Mensajero podría presentar un milagro salvo con el permiso de Dios. Cada asunto está registrado en un Libro” (sura El trueno: 38).

El Mensajero de Al-lah y su esmero por proteger a sus esposas:

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se esforzaba por proteger a sus esposas de todo aquel que quisiera manchar su dignidad, menospreciar su nobleza o ensuciar su reputación. Era celoso con ellas; sin embargo, sus celos eran moderados, sin exceso ni defecto, sino con moderación y equilibrio. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: : “En verdad, hay celos que Al-lah –Poderoso y Majestuoso– ama y otros que detesta. En cuanto a los celos que Él ama, son los celos que aparecen en situaciones [evidentemente] sospechosas; y en cuanto a los celos que detesta, son aquellos que aparecen en situaciones donde no hay justificativo para las sospechas” (transmitido por Annasai).

El Mensajero de Al-lah era indulgente frente a los errores de sus esposas:

Los celos son algo natural del ser humano. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– los aceptaba de sus esposas con paciencia y trataba el resultado de los mismos con sabiduría y delicadeza. Anas Ibn Malik –que Al-lah esté complacido con él– dijo: “El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se encontraba en una ocasión con algunas de sus esposas. Una de entre las madres de los creyentes mandó una bandeja con comida. Entonces, una mujer golpeó la mano del sirviente que portaba la bandeja, que se cayó y se rompió. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– reunió los trozos de la bandeja y comenzó a recoger la comida que había en la bandeja y dijo: “Vuestra madre ha tenido celos”. Después, hizo que el sirviente se quedase hasta que viniese con una bandeja que tenía en su casa. Luego, mandó una bandeja buena a la mujer que se le había roto y se quedó con la rota en la casa de aquella que la rompió” (transmitido por Albujari).

El Mensajero de Al-lah cumplía su palabra con sus esposas:

Cumplir con la palabra, sostener una promesa y no hacer un mal gesto ante una buena acción, son cualidades que indican los fundamentos de la persona y su buen carácter. Cuando el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– recordaba a Jadiyah, la honraba y lo hacía de la mejor manera. ‘Aishah dijo: “Yo tuve celos un día y le dije: ‘¿Por qué te acuerdas tanto de aquella anciana, siendo que Al-lah te dio a otra mejor que ella?’. El Profeta dijo: ‘Al-lah no me ha dado a alguien mejor que ella: ella creyó en mí cuando la gente me negó; me consideró veraz cuando la gente me desmintió; ella me ayudó con su dinero cuando la gente me lo negó; y Al-lah me proveyó con ella hijos varones y no con otras mujeres’”.

El Mensajero de Al-lah y su delicado trato hacia sus esposas:

En toda la vida del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– tanto antes como después de su designación como Profeta, nunca se supo de él que levantase la mano a una mujer, ni extraña ni mucho menos de su familia. Como es sabido, no hay hogar donde no existan problemas, y los hogares del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– tampoco fueron una excepción. A pesar de ello, él nunca golpeó a ninguna de sus esposas ni les dijo nunca palabras malsonantes. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “El Mensajero de Al-lah nunca llegó a pegar ni a insultar a ninguna mujer. ¿Cómo iba a hacer algo así? Incluso el día que su gente le rompió uno de sus dientes y lo hirieron en la frente y brotaba la sangre de su rostro, y alguien le dijo: ‘¡Mensajero de Al-lah! ¡Invoca a Al-lah contra ellos!’; pero el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: ‘En verdad, Al-lah no me envió ni injuriador ni maldecidor, sino que me envió como predicador y como una misericordia. ¡Oh Al-lah! Guía a mi gente, pues no saben’” (transmitido por Albaihaqi).

El Mensajero de Al-lah y su compasión hacia sus esposas:

El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– se casó con nueve mujeres, por unas causas y motivos concretos. Entre estas causas estaba su misericordia, su compasión y su buen trato con todo aquel que creyó en él y lo siguió y sufrió, a causa de esto, mucha persecución y la expulsión. Fue por ello que se casó con Saudah Bint Zam‘ah –que Al-lah esté complacido con ella–, quien tenía cincuenta y cinco años de edad mientras que el Profeta tenía cincuenta. La gente de Meca se sorprendió con ese matrimonio, pues ella –que Al-lah esté complacido con ella– no era una mujer bella ni era deseada por los hombres y, además, tenía cinco hijos; fue un matrimonio movido por la pura humanidad. El Profeta se casó con ella por piedad con su situación, por compasión y para dignificarla, así como para tranquilizarla tras haber regresado de su migración a Abisinia y la muerte de su esposo. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– quiso divorciarla después de haber convivido un tiempo con ella, como misericordia con ella y para no cargarla con aquello que no podía soportar de los asuntos conyugales y responsabilidades. Cuando ella supo que el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– quería divorciarla, le dijo: “¡No te divorcies de mí! ¡Quédate conmigo! Si quieres, el día que me toque estar contigo, quédate con ‘Aishah”. El Profeta accedió a su petición y entonces fue revelada la siguiente aleya: “… no hay inconveniente en que se reconcilien, pues la reconciliación es mejor”, en respuesta al deseo de ella de ser resucitada como esposa del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él (transmitido por Attirmidi).

El Mensajero de Al-lah y su misericordia hacia las mujeres:

En una ocasión, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– entró en la mezquita y vio una cuerda atada entre dos pilares. Él preguntó: “¿Qué es esta cuerda?”. Le dijeron: “Es de Zainab. Cuando realiza la oración y se cansa, se agarra a ella”. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “¡Quitadla! Que cada uno de vosotros haga la oración según sus fuerzas. Y si se cansa, que se siente” (Annasai).

El Islam es una religión divina, por lo tanto, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– no quería que su familia hiciese más de lo que podía soportar en los actos de culto, para que ello no tuviese repercusión en otros asuntos de sus vidas. En cierta ocasión, el Profeta le dijo a uno de sus compañeros que estaba sumido en los actos de culto y había dejado todos los disfrutes permitidos de este mundo: “Tienes derecho a dormir, tu cuerpo tiene derecho a descansar, tu mujer tiene derecho sobre ti, tu huésped tiene derecho sobre ti y tu amigo tiene derecho sobre ti”.

El Mensajero de Al-lah siempre buscaba complacer a sus esposas:

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– era la persona más delicada con la gente y, especialmente, con sus esposas. A veces, tenía que escuchar las malas palabras de su familia dirigidas a él, pero él hacía como si nada y recibía su ofensa siendo paciente y benevolente con los errores que podían surgir de ellas, siempre que no contraviniesen la ley. Siempre recibía estas cosas con una sonrisa que portaba el amor, la tolerancia y la sutileza. Imagina el grado de su delicadeza –la paz y las bendiciones sean con él– con sus esposas cuando, en una ocasión, ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– le alzó la voz cuando estaban hablando. Abu Bakr, padre de ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con él– la escuchó. Cuando entró, la cogió para azotarla y le dijo: “¿Acaso no te he escuchado alzar la voz al Mensajero de Al-lah?”. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se lo impidió y Abu Bakr salió enfadado de la casa. Al salir Abu Bakr, el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo a ‘Aishah: “¿Has visto cómo te he librado de tu padre?”. Tras ello, Abu Bakr pasó unos días sin ver al Profeta. Luego, Abu Bakr vino a casa del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y le pidió permiso para entrar. Cuando entró, vio que ambos se habían reconciliado, y les dijo: “Me han introducido en su paz del mismo modo que me introdujeron en su enfrentamiento”. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– le dijo: “Lo hemos hecho… Lo hemos hecho…” (transmitido por Abu Dawud).

El Mensajero de Al-lah facilitaba las cosas a sus esposas:

“Han sido enviados para facilitar las cosas y no para hacerlas difíciles”. Estas son palabras del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y su método a la hora de tratar con la gente: facilidad, delicadeza y dulzura. ‘Aishah, la madre de los creyentes – que Al-lah esté complacido con ella–, dijo: “En una ocasión se me regaló a mí y a Hafsah comida, cuando nos encontrábamos ayunando (un ayuno voluntario). Una le dijo a la otra: “¿Quieres romper el ayuno?”. La otra respondió: “Sí”. Y, así, lo rompieron. Después, entró en casa el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– y ‘Aishah le dijo: “¡Mensajero de Al-lah! Se nos ha regalado esto y nos entró ganas de comerlo. Así que hemos roto el ayuno”. Él dijo: “No pasa nada. Ayunen otro día [por este que han roto] en su lugar” (transmitido por Muslim).

El Mensajero de Al-lah y su delicadeza a la hora de tratar con sus esposas:

La mejor comida es aquella que das con tu propia mano y con la que alimentas, y el sorbo de agua que das de beber con tu propia mano a tu familia. Todo esto no se consideran únicamente acciones con el fin de obtener sus corazones, un indicio del buen trato con ellos y un signo de tu amor para con ellos; sino que, también, se trata de una caridad por la que Al-lah te recompensará. A través de este lazo entre lo religioso y lo mundano se mantiene el calor de los sentimientos, prevalece la armonía y la familia disfruta de la tranquilidad y el sosiego. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo a Sa‘d Ibn Abi Waqas: “Por todo aquello que gastas, buscando con ello la complacencia de Al-lah, serás recompensado; hasta por el trozo de comida que llevas a la boca de tu mujer” (transmitido por Albujari).

El Mensajero de Al-lah nunca se impacientaba con sus esposas:

Tener en cuenta los sentimientos de una persona es una prueba de la pureza del ego y la bondad del alma. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– tenía en cuenta los sentimientos de su familia y no le molestaba lo más mínimo aquello que hacían involuntariamente. ‘Ammar Ibn Yasir –que Al-lah esté complacido con él– dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– hizo un alto con sus tropas. Con ellos iba ‘Aishah, su esposa, a quien se le rompió un collar de perlas de Difar, y retuvo a la gente buscando su collar, hasta que llegó la aurora sin que la gente tuviese agua. Abu Bakr se enfadó con ella y le dijo: “¡Has retenido a la gente y no tienen agua!”. Entonces, Al-lah –Poderoso y Majestuoso– reveló la aleya de la licencia de la ablución seca con tierra. Entonces, los musulmanes se pusieron en marcha junto con el Mensajero de Al-lah y golpearon con sus manos la tierra y alzaron sus manos sin quitarse nada de la tierra. Y entonces, pasaron sus manos por sus rostros y sus brazos hasta los codos, con las palmas de sus manos hasta las muñecas (hadiz valorado como fidedigno por Albani).

El Mensajero de Al-lah y su exquisito trato romántico con sus esposas:

Intercambiar rosas entre los amantes es un signo de delicadeza, sutileza y una expresión de la emoción del alma de la persona y de sus sentimientos de amor, valor, reconocimiento de las buenas cualidades y el favor de aquel a quien se le ofrece el regalo. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– recomendaba esto, lo llevaba a cabo y ordenaba que se aceptasen estos gestos, cuando dijo: “A quien se le ofrezca perfume que no lo rechace, pues es ligero y de dulce aroma” (transmitido por Muslim).

El Mensajero de Al-lah se ponía guapo, se arreglaba y se aseaba para sus mujeres:

El buen aspecto y el buen perfume son cosas agradables para la gente, los corazones se sienten a gusto con ello y es confirmado a simple vista. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “Es como si viese el unto de perfume en el cabello del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– cuando iba en estado de Ihram (consagración)”. Y en otra transmisión dijo: “Vi el unto de almizcle en la raya del pelo del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–” (transmitido por Annasai).

Cuando ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– fue preguntada sobre qué era lo primero que hacía el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– cuando entraba en su casa, ella dijo: “Cuando entraba en casa lo primero que hacía era utilizar el siwak para los dientes” (hadiz valorado como fidedigno por Albani). Esta era la forma de ser del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–, su naturaleza era buena en todo momento, incluso cuando dormía lo hacía estando purificado y limpio. Su criado Anas Ibn Malik, aquel que tuvo el honor de servirlo durante diez años, dijo: “Nunca llegué a oler un ámbar o un almizcle ni nada mejor que el olor del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–. Ni tampoco palpé brocado ni seda ni nada tan suave que el tacto del Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él–.

El Mensajero de Al-lah manifestaba su amor a sus esposas:

La modestia sólo trae el bien, tal y como informó de ello el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– excepto en aquellos casos que provoque al musulmán perder algo relacionado con los asuntos de su religión o de su vida. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– manifestaba su amor a sus esposas, enseñando así a sus seguidores a manifestar sus sentimientos a sus esposas para que perdure el amor y continúe la convivencia. ‘Amru Ibn Al‘as dijo: “En una ocasión fui al Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con el– y le pregunté: ‘¿Quién es la persona que más quieres?’. Él me respondió: ‘‘Aishah’. Le pregunté luego: ‘¿Y de entre los hombres?’. Él me respondió: ‘Su padre’. ‘¿Y luego?’. Él me dijo: ‘‘Umar’. Después, el Profeta citó a más hombres, y yo me callé por miedo a que me citase en el último lugar de quienes quería”.

El generoso Mensajero temía por sus esposas:

Tener miedo es un sentimiento humano y algo esencial. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– temía por sus esposas y se esmeraba por que nada malo les ocurriese. Anas –que Al-lah esté complacido con él– acudió con el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– a Abu Talhah; Safiyah iba sentada detrás del Profeta en su montura. Durante el camino, la camella tropezó y el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– y ella cayeron. Abu Talhah dijo: “Me parece que se ha caído de su camello”. Abu Talhah acudió al Mensajero de Al-lah y le dijo: “¡Profeta de Al-lah! ¡Que Al-lah haga de mí tu rescate! ¿Te ha ocurrido algo?”. Él respondió: “No. Ocúpate de mi mujer”. Abu Talhah se echó las ropas sobre su rostro y se dirigió a ella. Luego, echo un ropaje suyo sobre ella. La mujer se levantó y luego les ayudó para que volviesen a montar (transmitido por Albujari).

El Mensajero de Al-lah siempre se esmeraba por salvar a sus esposas:

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– quería el bien para sus esposas y siempre se esmeraba por proveerlas, sobre todo en aquello que les hacía alcanzar la complacencia del Señor del universo, y aumentaba su acercamiento al Paraíso y su alejamiento del Infierno; pues ese es el triunfo del que Al-lah –ensalzado sea– habló, diciendo: “Todo ser probará el sabor de la muerte, y cada uno recibirá su recompensa íntegra el Día de la Resurrección. Quien sea salvado del Fuego e ingresado al Paraíso habrá realmente triunfado, porque la vida mundanal es solo un placer ilusorio” (sura La familia de ‘Imran: 185).

Umm Salamah, esposa del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– dijo: “En una ocasión, el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– se despertó por la noche asustado y dijo: ‘¡Glorificado sea Al-lah! ¡Cuántos tesoros han descendido y cuántas tribulaciones también lo han hecho! Ve y despierta a las mujeres de sus aposentos –es decir, a sus esposas para que hiciesen la oración–, pues puede que aquella que va vestida en este mundo acabe desnuda en la otra vida’” (transmitido por Albujari).

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– siempre estaba comprometido con sus esposas, les enseñaba los caminos del bien y las guiaba hacia ellos, haciendo de esto un método a seguir para su comunidad. El Profeta dijo: “Que Al-lah tenga misericordia de un hombre que se despierta por la noche para hacer la oración y despierta a su mujer y ella también ora; y si ella se niega, rocía sobre su cara un poco de agua. Y que Al-lah tenga misericordia de una mujer que se despierta por la noche para hacer la oración y luego despierta a su marido y él también ora; y si él se niega, rocía sobre su cara un poco de agua” (transmitido por Abu Dawud).

El Mensajero de Al-lah no entraba por sorpresa en las casas de sus esposas:

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– detestaba la desconfianza y los celos que sobrepasaban los límites naturales de una persona. Él amaba ver a su familia en el mejor de los estados y en la más completa de las formas. Ello lo hacía por su esmero en afianzar los lazos de amor con ellas. Por ello, no las sorprendía entrando de repente en sus casas tras un largo viaje. Lo que solía hacer era anunciar su llegada para que sus esposas tuviesen el tiempo suficiente para arreglarse, asearse y prepararse para recibirlo. Así, él encontraba a sus esposas con la mejor imagen y la más bella forma, afianzando así los lazos de amor. Yabir Ibn ‘Abdal-lah dijo: “Nos encontrábamos en una ocasión de viaje con el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él–. Cuando volvimos y quisimos ir a nuestras casas, él nos dijo: ‘Vayan despacio, para que así lleguemos a casa de noche y les dé tiempo a las mujeres –cuyos maridos han estado ausentes– de peinar sus cabellos enredados y rasurarse el vello del pubis’” (transmitido por Abu Dawud).

El Mensajero de Al-lah siempre daba preferencia a sus esposas antes que a sí mismo:

Al Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se le hizo gustar la generosidad y la entrega, pues siempre anteponía su familia a sí mismo y prefería darles a ellas algo que hubiese conseguido o se le hubiese regalado. Cómo no, siendo él aquel que dijo: “Cuando Al-lah les conceda algún bien, que comience otorgándoselo a sí mismo y a su familia” (hadiz valorado como fidedigno por Albani).

Sus palabras no eran únicamente idealistas, sino que las llevó a la práctica en la realidad. Anas –que Al-lah esté complacido con él– dijo que Umm Sulaim lo envió con un plato de dátiles frescos para el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él–. Él tomó una parte que mandó a algunas de sus esposas. Luego tomó otra parte y la mandó a las demás de sus esposas. Él deseaba comer de esos dátiles, pero no tomó nada para sí; además, fue algo que hizo en más de una ocasión” (hadiz valorado como fidedigno por Albani).

El Mensajero de Al-lah era humilde con sus esposas:

“A quien se muestra humilde con Al-lah, Al-lah lo elevará”. Estas son las palabras con las que el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– se dirigía a sus compañeros. El Profeta practicó esto en la realidad a través de su trato con la gente. Sus mujeres no fueron una excepción a esta norma. Anas Ibn Malik dijo en el hadiz donde cuenta cuando volvieron con el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– de Jaibar a Medina. Su esposa Safiyah –que Al-lah esté complacido con ella– se encontraba con él. Dijo Anas: “Vi al Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– cómo se acercó a ella por detrás con un manto de lana. Luego, él se sentaba en su camello y ponía su rodilla para que Safiyah pusiese su pierna sobre su rodilla y pudiese montar” (transmitido por Albujari).

El Mensajero de Al-lah era benevolente ante los errores de sus esposas:

El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– tenía en consideración los sentimientos de celos que sus esposas tenían. Por ello, nunca se enfadaba cuando sentían celos ni censuraba las acciones que se daban como resultado de esos celos. Lo que él hacía era tratar esos celos con tranquilidad, lo que demostraba su prudencia y sabiduría. Anas Ibn Malik dijo: “El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– se encontraba con una de las madres de los creyentes, y otra de sus esposas envió una bandeja con comida. Entonces, esta golpeó la mano del Mensajero y la bandeja se cayó y se rompió. El Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– recompuso la bandeja y reunió en ella la comida. Luego dijo: “Vuestra madre ha tenido celos. Coman”, y ellos comieron. Entonces, hizo al siervo esperar hasta que trajeron otra bandeja de la casa donde él estaba, y el Mensajero le dio la bandeja buena y dio la rota a la mujer que la había roto” (transmitido por Annasai).

El Mensajero de Al-lah conocía el estado psicológico de sus esposas:

La delicadeza, el sentimiento y el trato que el Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– tenía con sus esposas, le hacía conocer sus sentimientos e identificar sus emociones. Por ello, sabía cómo afrontar los sentimientos negativos con indulgencia y benevolencia. ‘Aishah, la madre de los creyentes –que Al-lah esté complacido con ella– relató que el Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– le dijo: “Sé cuándo estás contenta conmigo y cuándo estás enfadada”. Ella le dijo: “¿Y cómo lo sabes?”. Él dijo: “Cuando estás contenta conmigo, dices: ‘¡No, por el Señor de Muhammad!’; y cuando estás enfadada conmigo, dices: ‘¡No, por el Señor de Abraham!’”. Ella dijo: “Sí, por Al-lah, Mensajero de Al-lah, que es así. Lo hago porque quiero evitar tu nombre” (transmitido por Albujari).

El Mensajero de Al-lah y su equidad con sus esposas:

La equidad del Profeta –la paz y las bendiciones sean con él– con sus esposas llegó al súmmum. Él era equitativo con ellas en todos los asuntos, ya sea que estuviese de viaje o presente. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– no prefería a ninguna de nosotras sobre otra cuando se trataba de repartir el tiempo de estancia con cada una. Todos los días nos visitaba sin tener relaciones con ninguna, hasta que le tocase a alguna su correspondiente día y, entonces, pernoctaba en casa de ella” (transmitido por Abu Dawud).

Él nunca fue negligente en la justicia con la que Al-lah lo dotó, incluso cuando se encontraba enfermo. ‘Aishah –que Al-lah esté complacido con ella– dijo: “El Mensajero de Al-lah –la paz y las bendiciones sean con él– preguntó –cuando padecía la enfermedad de la cuál murió– lo siguiente: “¿Dónde me encontraré mañana? ¿Dónde me encontraré mañana?”, queriendo decir que al día siguiente le tocaría estar con ‘Aishah. Entonces, el resto de sus esposas le dieron el permiso para que se quedase en la casa de la esposa que él quisiera. Él, pues, permaneció en la casa de ‘Aishah hasta que allí murió” (transmitido por Albujari).

Het menselijke gedrag van de Profeet

Jegens mensen in het algemeen: De Profeet vzmh was zeer menselijk in zijn behandeling van anderen. Hij vzmh zei: “O Allah, Mohammed is slechts een menselijk wezen; hij wordt kwaad zoals anderen kwaad worden. Dus maak voor elke gelovige die ik verdriet heb aangedaan of hardvochtig tegen heb gesproken of bestraft heb, dat een bron van vergiffenis en een middel om dichter bij U te raken, O Allah op de Dag der Wederopstanding.” (Muslim #2601)...

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El aspecto sentimental del Mensajero de Al-lah para con su familia

El Islam tiene en cuenta las dimensiones humanas con las que Al-lah configuró a las personas. Entre ellas tenemos la dimensión sentimental entre el hombre y la mujer. El Islam tiene en cuenta el deseo sexual como un impulso necesario que debe ser saciado y no reprimido, pero elevándolo para que no sea únicamente una pasión temporal y una atracción animal. El Islam ha hecho que ese deseo se satisfaga a través del matrimonio, mismo que mantiene la pureza, la castidad y otorga el sosiego del ...

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Consejo de un padre musulmán a su hijo en el día de su boda

La armonía del romanticismo, las buenas relaciones, la bondad y la tolerancia mutua es el método que el verdadero musulmán sigue, aplica, practica en su actuar y promueve, en cumplimiento de los mandatos de Al-lah. El Imam Ahmad Ibn Hanbal, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, aconsejó a su hijo el día en que se casó, enseñándole los derechos de su esposa sobre él, diciéndole: “¡Hijo mío! No obtendrás la felicidad en tu hogar sino con diez cualidades que debes conceder a tu esposa. ¡Obsérvalas y esfuérzate en practicarlas!”.